El Castillo de Bled se erige en lo alto de un acantilado rocoso, dominando el impresionante Lago Bled, en el corazón de los Alpes Julianos. Su origen se remonta al siglo XI, cuando fue construido por orden del obispo de Brixen.

Durante la Edad Media, el castillo sirvió como bastión defensivo contra las incursiones invasoras y como residencia de los nobles que gobernaban la región. Sin embargo, su historia está marcada por episodios de conflicto y cambio. En el siglo XV, el castillo fue adquirido por la familia Habsburgo, que lo transformó en un importante centro administrativo y militar.

En los siglos siguientes, el Castillo de Bled pasó por diferentes manos y fue sometido a diversas renovaciones y ampliaciones que le otorgaron su aspecto actual. Sin embargo, su importancia estratégica disminuyó con el tiempo, y en el siglo XIX fue abandonado y quedó en ruinas.

No obstante, a finales del siglo XIX, el Castillo de Bled experimentó un renacimiento gracias al interés creciente por el turismo en la región. Se llevaron a cabo extensas obras de restauración que devolvieron su esplendor original, convirtiéndolo en uno de los destinos turísticos más emblemáticos de Eslovenia.